ALGUNOS APUNTES SOBRE EL AMOR

miércoles, 20 de febrero de 2019




1
“No eres tú, es lo que en ti inventa mi deseo” Lacan




2.

¿Qué quiere una mujer de un hombre que no quiere nada de ella? Se titula uno de los artículos del psicoanalista Luciano Lutereau, en donde pone en manifiesto una de las formas en la que el fenómeno del amor coloca a la mujer en una posición sufriente, que no le permite avanzar hacia la plenitud personal. Así pues, es esta la pregunta que surge en la escucha de miles de mujeres cansadas y agotadas de relaciones en las que se sienten totalmente anuladas e infelices, pero que aun así no dejan de sostener, lo que las lleva a un estado permanente de reclamo, en donde esperan recibir aquello que el otro no puede o no está dispuesto a dar. Entonces ¿Por qué seguir ahí?, y sobretodo, ¿Por qué elegir a aquel que no quiere nada de uno? , ¿Qué es lo que no lleva a elegimos siempre al mismo tipo de hombre o mujer?. Son cuestiones nada fáciles de responder, como todo lo que encierra el amor, porque tienen que ver con aquello que buscamos sin saber, con determinaciones inconscientes que nos inclinan hacia ciertas personas y a ciertos esquemas que algo tienen que ver con el modelo de amor que hemos conocido.  Es decir, esquemas construidos en el pasado que nos hacen elegir en el ahora. Ya lo había dicho el gran Ernesto Sábato:

“No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón. Porque si no, ¿cómo el encuentro con una misma persona no produce en dos seres los mismos resultados? (…) Así, marchamos un poco como sonámbulos, pero con la misma seguridad de los sonámbulos, hacia los seres que de algún modo son desde el comienzo nuestros destinatarios.”

Entonces ¿Sabemos que esconden nuestras elecciones de amor?


3.

Resulta curiosa la dificultad de algunas mujeres para referirse a sus parejas desde una posición amorosa y no desde otros roles complementarios, unas los señalan como “el muchacho con quién vivo” otras como “el papá de mis hijos”.  Lo que evidencia los terrenos tan frágiles en los que, con frecuencia, se construyen las relaciones y las diversas motivaciones por las que llegan a unirse dos personas, por ejemplo, más allá del amor, la necesidad de compañía.
Como es el caso de una chica me cuenta que, cansada de los problemas familiares decide un día irse a vivir a la casa de su novio, quien ahora se convirtió en su marido y, al mismo tiempo, en el hombre que pudo sacarla de aquel ámbito familiar. Al escucharla, es inevitable recordar aquellos cuentos de hadas en donde el príncipe rescata a la damisela en apuros y, entonces, en honor a su valentía le debe ahora sumisión eterna, muy lejos del amor y el deseo. Esta fantasía, común hoy en día en muchas mujeres, representa una expectativa de encontrar en un hombre aquello que no pudieron ofrecer los padres. De esta forma, es un intento siempre fallido de salir de una familia con otra.



4.

Un signo actual de la vida amorosa representa la posición infantil de creer que el amor del otro es algo propio, lo que implica entonces una incapacidad para asumir con dignidad la separación del otro, no solo la que conlleva la ruptura amorosa, sino aquella que se vive como parte del desencuentro natural de dos seres que se unen. Por ejemplo: cuando se piensa distinto, cuando se desea más allá de la pareja, cuando se mira en otras direcciones. Así pues, es común escuchar en algunas parejas una queja que se traduce en la dificultad para amar al otro desde lo que es y no desde lo que espera que sea. En este sentido, una forma de sufrimiento en la relación amorosa es esa en la que hombres y mujeres pretenden convertir al otro en su objeto de satisfacción personal.
De allí que la idea de la complementariedad, que culturalmente se asocia con la relación amorosa, no pueda ser más que una creencia errónea. El amor no es fusión. Dos no hacen uno. Amar implica separarnos para mirar nuestra propia singularidad y la del otro. De modo que, para amar cada uno debe conocer su propia historia, sus deseos, fantasías, sus contradicciones, ect… para no confundirlas con las del otro, es decir, para verlo más allá de uno mismo. Es justo ahí donde realmente comenzamos a amar.


5.

Aprender a amar es desaprender los modos en que el amor se han manifestado antes en nuestra vida. Es aprender a amar de diferentes maneras, por ejemplo, más allá de las doctrinas o discursos religiosos, más allá de la necesidad de compañía o deseos de procreación. Por eso, dice Lacan que amar es dar lo que no se tiene, porque implica construir una nueva forma de vínculo con el otro. Es decir, significa reconstruir los modelos de amor que ya hemos conocido para que, lejos de la repetición, podamos crear junto al otro  un modo diferente de vida. 

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