SI NO ES PARA SER FELIZ, ¿PARA QUÉ LO QUIERES?

martes, 28 de mayo de 2019






Vivir es estar a la altura de uno mismo, que significa tener la osadía para elegir desde nuestras posibilidades y tomar una posición más allá de los estándares o de esa voz interior que en ocasiones busca responder a lo que supuestamente quiere el otro.

Por esto, la vida solo puede ser para valientes, para aquellos que son capaces de decir sí a lo que dicta su deseo y, más aún, para quienes se encuentran dispuestos a lidiar con la angustia que representa descubrir que es realmente eso que queremos. Y es que con frecuencia andamos por la vida un poco perdidos, pretendiendo obtener cosas que en el fondo no deseamos y luego, cuando lo conseguimos (metas, objetos, bienes, dones), ya no sabemos qué hacer con eso.  Nos pasa, entonces, que vamos pedaleando sin rumbo, mientras que, lo que verdaderamente deseamos es ir hacia otra dirección.  

De ahí que la felicidad o, más específicamente, esa sensación de estar vivos, requiera del valor de aventurarnos dentro de nosotros mismos, para encontrarnos de frente con el temor que produce actuar más allá de eso que resulta agradable para los demás.  La osadía de dejarse vivir a través de ese deseo íntimo, de eso que reamente queremos, a pesar de la sanción que pueda generar el otro. Porque si no es para ser feliz, ¿Para qué lo quieres? O bien, ¿Para quién lo quieres?. Los diplomas, los carros, el status social, el trabajo soñado (por otro)… pueden ser gratos regalos para alguien más o comodines que ofrecen la tan anhelada sensación de realización pero que al final, si no se encuentran alineados con nuestro deseo, solo se convierten en piezas  de una vida en la que nada pasa.

O de una vida que solo se entiende como una fuente de obligaciones vacías, en donde se ve con lupa las perdidas mientras no se saben disfrutar las ganancias. Sin duda, se termina pagando un precio muy alto al elegir vivir una vida satisfaciendo al otro o escondidos detrás de las excusas. También, al no elegir nunca como al quedar paralizados por el miedo.

Vivir dignamente implica la determinación para enfrentar situaciones arriesgadas o dolorosas, que no es más que poder asumir la realidad tal cual como se nos presenta para luego construir a partir de lo que se nos da. No hace falta vestirse con la capa de superhéroe ni, mucho menos, jugar como niños a imitar las hazañas que vemos por la televisión. Basta tan solo con crecer, es decir, con dejar el autoengaño de creerse la víctima en su propia historia para escucharse detenidamente en mitad de este desafío que es la vida y no huir, para vivir el miedo, la duda o la frustración y aun así, seguir defendiendo lo propio, asumiendo sus consecuencias.

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