“LOS QUE FRACASAN AL TRIUNFAR"

viernes, 30 de octubre de 2020


«Sol de la mañana» («Morning sun») Edward Hopper
«Sol de la mañana» («Morning sun»), 1952
 Edward Hopper


Existe un capitulo curioso en la vida de los seres humanos, el cual Freud, S. definió en uno de sus artículos (“Los que fracasan al triunfar”, 1916) como un estado de imposibilidad para acceder y disfrutar del éxito.  Aunque resulte paradójico, en ocasiones, no sufrimos por la frustración de no poder cumplir ciertas metas, sino justamente por lo opuesto, podemos llegar también a sufrir precisamente cuando se cumple—o ya está cerca de cumplirse—aquel deseo anhelado. Si lo anterior nos hace dudar de su veracidad, basta con mirar aquellas situaciones en las que alguien se encuentra con una oportunidad importante en su vida y se detiene, por ejemplo: aquel que le ofrecen ascender en el trabajo pero se niega por sentir que no será capaz, o quién ya está por finalizar los estudios universitarios y posterga la tesis, también aquel que va a cumplir un deseo perseguido por mucho tiempo y justo en ese momento enferma, o el paciente que va mejorando en su proceso terapéutico y no asiste más. ¿Existirá algo que nos empuje al sufrimiento?


Dirá entonces Freud, S. que nuestra vida (la psiquis) va “más allá del principio del placer”, es decir, no solamente actuamos movidos por una búsqueda del disfrute, de la felicidad o del placer. Sino que también, nuestra vida puede estar dirigida por un sentido de decrecimiento y malestar. Lo que, al mismo tiempo, explica porque con frecuencia se termina viviendo encerrados en un círculo, aquejados por sintomas o situaciones que nos llevan  siempre a tropezar con las mismas piedras, esas a las que uno termina aferrado, sin entender muy bien su sentido. 


Por consiguiente, el neurótico vive una vida de parálisis, sumido en la indeterminación, porque no se permite vivir el éxito. Es aquel que siempre piensa que todo resulta “demasiado bueno para ser verdad” y entonces, deja a un lado su deseo, esa meta por cumplir, a través de la postergación y el autosabotaje. ¿Qué se esconderá detrás de todo esto? Sin duda, el miedo. 


Cada vez que rehuimos de aquello que nos puede traer triunfos, nos encontramos detrás con aspectos conflictivos de nuestro inconsciente que surgen para no permitirnos avanzar a partir de nuevas posibilidades. Como si un mandato interior prohibiera o sancionara aquel logro esperado, quizás por no sentirnos merecedores de aquel éxito o, en otros casos, porque no nos sentimos dispuestos a asumir el costo/ responsabilidad que implican los pasos importantes que damos en la vida. 


En otras palabras, el miedo al éxito no es más que un fracaso anticipado que se elige por temor a los cambios, a esos movimientos que nos pueden traer grandes alegrías, pero que también implicarían perdidas. Algo nos toca dejar al movernos y no siempre estamos dispuestos a ello. Por otra parte, también detrás del miedo se esconde otra serie de conflictos, como la posición de vivir para cumplir el deseo del otro, cuando se cree, inconscientemente, que no se puede llegar más lejos que los padres o la pareja, o por ejemplo, cuando no se permite vivir aquellos sueños por creer que no son lo que otros esperan (“eso que quieren de mi”) y, entonces, aparecen el temor y la culpa al pensar que se puede llegar a incomodar o, incluso, a ofender a alguien por aquello que se deseó.


 Es así como en ocasiones, nos ocurre que preferimos “ahorrarnos” ciertos esfuerzos y conflictos para vivir enganchados en la fantasía, sin atrevernos a subordinar nuestros deseos a la realidad.  Aun cuando el costo termine siendo igual de alto, pues por más cómodo que resulte vivir soñando despiertos, nada nos podrá ahorrar el dolor y el sufrimiento que nos tocará a cuentagotas cada vez que nos encontremos de frente con la frustración, ya que por más vividos que sean nuestros sueños siempre llega el momento del despertar. De esta manera, la vida nos recuerda que es necesario elegir, que no podemos escapar de la responsabilidad que implica la existencia. 



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