Mucho se ha escrito sobre la sexualidad humana y cada vez, resulta relevante para padres, cuidadores y maestros hablar del tema con los más pequeños. Sin embargo, al ser la sexualidad un tema que culturalmente poco se ha tenido la libertad de hablar, encontramos que muchas veces esta tarea resulta un desafío puesto que nosotros mismos debemos enfrentarnos con esos juicios morales que la sociedad ha establecido frente al tema y en ocasiones, encontrarnos con la incomodidad de hablar sobre algo que tampoco nos hablaron. Es así como alrededor de la sexualidad gira la confusión, el malentendido, el tabú.
El filósofo Maurice Merleau Ponty ( 1975 ) expresa que “Hablar de sexualidad humana es hablar de la esencia misma del ser humano.” Y es que la sexualidad no es más que la forma en que nos relacionamos con el otro, una relación que se encuentra atravesada por el cuerpo. Esto implica a su vez una forma de conocer y relacionarse con el propio cuerpo. En este sentido, la sexualidad es un aspecto central a lo largo de la vida del ser humano y resulta fundamental puesto que representa la base para la construcción de la identidad así como también se encuentra estrechamente relacionado con el desarrollo de la capacidad de amar y la aptitud para relacionarse con los demás.
La sexualidad comprende a su vez la energía vital, la vida, el descubrimiento, el desarrollo personal, lo interaccional, lo dinámico. De allí que su desarrollo pleno es esencial para el bienestar individual y social. Así pues, el ser humano se encuentra en contacto con la sexualidad desde su nacimiento hasta su muerte, es algo de lo cual no puede desanudarse. De esta forma, los esfuerzos por anular esta dimensión de su ser siempre resultarán infructuosos y en algunos casos, desembocará en diversas patologías psicológicas de manera directa o indirecta.
Ahora bien, la sexualidad como tema central en la vida de los seres humanos se vive en todos los momentos de su desarrollo pero no de la misma manera. En la infancia, los niños y las niñas comienzan a descubrir el mundo que los rodea así como también su cuerpo y el cuerpo de las otras personas que lo rodean. Esta exploración tiene el objetivo de conocer como es su funcionamiento. El descubrimiento de las partes del cuerpo será entonces el foco central de los niños y niñas durante los primeros años de vida, tomando mayor interés alrededor de los tres a los cuatro años los órganos genitales debido a que en este periodo surge una gran curiosidad por las formas de los cuerpos y las diferencias entre los sexos.
Así pues, la exploración en esta edad consistirá en tocar los genitales, lo cual les produce sensaciones agradables debido a que es una parte del cuerpo muy sensible. Por ello, es muy corriente que a esta edad, quieran repetir esos tocamientos. Frente a esto, es importante que los padres puedan actuar con naturalidad, entendiendo que estas conductas hacen parte del desarrollo normal de los niños y niñas. Recurrir como respuesta a reacciones negativas como los castigos, los regaños, o las amenazan generara en los pequeños mensajes equivocados en torno a la sexualidad y qué marcarán en su desarrollo posterior. La labor de los adultos siempre debe ser guiar y orientar el desarrollo de los niños y niñas en todas sus dimensiones. En la infancia, los padres pueden regular estas conductas sexuales interesándolos en otra actividad, si las realizan como mucha frecuencia, o explicándoles que los genitales pueden tocarlos cuando estén en privado, cuando se observe que esta conducta las realiza en público. Recuerde que los intereses de los niños acerca de la sexualidad, son parte de su curiosidad y se les debe responder con veracidad, naturalidad, afecto y respeto.
Es muy interesante el tema, me gustaría que se profundizará más en las siguientes etapas de la niñez, más o menos entre los 6 a 11 años, ya que hay cambios importantes en la percepción de los niños al relacionarse socialmente con otros niños en el colegio, por ejemplo.
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